Bausen: zorros y aves

Es ya una tradición que cada 24 de septiembre, festividad de la Mercè en Barcelona, salga al campo a ver aves.

En el año 2015 decidí dedicar el día al que a la postre iba a ser mi último intento de ver urogallo en Bausen (Vall d'Aran). Había hecho intentonas otros años, siempre con resultados negativos. Y no voy a jugar con el misterio. En esta ocasión tampoco hubo suerte, aunque el día no defraudó.

Tras dormir unas pocas horas partí de Barcelona muy pronto, hacia las 3 de la madrugada, lejos aún el alba. Y tardé casi cuatro horas en llegar porque los últimos cincuenta kilómetros hasta Vielha los recorrí con bastante lentitud para intentar evitar atropellos de los abundantes mamíferos de la zona: zorros básicamente, pero me robó el corazón un tejón que decidió cruzar ante los faros de mi coche caminando torpemente y con aire bonachón. Pude frenar y esquivar al animal, que se llevaría un susto de muerte, al igual que yo. Sin reducir (ni aumentar) el paso siguió trotando a la misma velocidad pero realizando un lento giro de 180 grados arrastrando dulcemente su panza bajo él. Su hermosa cara pintada desapareció por el mismo punto por el que había aparecido.

Llegué sin embargo a Bausen antes de la salida del sol. La espectacular e inmensa vía láctea resplandecía en lo alto, en un cielo repleto de purpurina, propiciado por la lejanía de las grandes urbes y por la protección de las grandes montañas que rodeaban el valle.

Como decía, no hubo urogallos, pero sí una gran variedad de fauna que hizo mis delicias. Como si un karma divino quisiera premiar mi exitoso intento de no atropellar mamíferos, la providencia me permitió sorprender nada más y nada menos que a un raposo en pleno descanso matinal. Esto no ocurre todos los días. Sus agudos sentidos le permiten al zorro detectar a los enemigos en el silencio del bosque a suficiente distancia como para no ser descubierto.

Pero en esta ocasión se cambiaron las tornas. El zorro descansaba y no advirtió mi presencia. Le observé y disfruté del momento con la emoción del niño que descubre a un ser mitológico. Y me alegré mucho de haber sido yo quién topó con él, y no alguien armado con escopeta.

Alzó la cabeza en algún momento, husmeó el aire, tiesas las orejas, atento a quizá algún ruidito que yo podía haber emitido. Pero mi total inmovilidad me hicieron invisible a sus ojos. Puesto que no percibió ningún olor que lo alarmara, prosiguió su descanso.

Guineu - zorro - Vulpes vulpes



Tras hacerle compañía unos minutos me retiré con cuidado. Conseguí no asustarlo y me alejé montaña arriba.

En los bosques más elevados me topé con agateadores norteños y ya en los prados alpinos los habituales bisbitas me dieron la bienvenida. Milanos reales, buitres leonados, collalbas grises... las aves se movían por el suelo o por el cielo, en un hábitat que siempre es garantía de dureza pero también de espectacularidad.

Milà reial - milano real - Milvus milvus


Voltor comú - buitre leonado - Gyps fulvus


Bosques subalpinos trepan por las abruptas pendientes


Bausen desde lo alto



En las partes bajas del valle, en las cercanías del pueblo, son frecuentes los picos medianos y los carboneros palustres. Matas de muérdago parasitan los árboles, y los paseos entre los hayedos invitan a sentirse en paz con nuestro planeta y con la naturaleza que lo habita.

Mallerenga d'aigua - carbonero palustre - Poecile palustris


Vesc - muérdago - Viscum album


Cercanías de Bausen


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